Empecé a dar clases de tenis por casualidad. El que me entrenaba me comentó la posibilidad de ayudar en la escuela de tenis en la que jugaba y, entonces, me apunté al curso para obtener el título que me permitía dar clases. En aquél entonces sólo daba clases a niños que venían de un cole, pero me encantaba la experiencia. Enseñar a niños es muy gratificante. En parte conectas con tu lado más infantil y loco y sólo quieres que ellos se diviertan y sonrían, así que era muy divertido! Empezar a trabajar pronto es una gran experiencia, te ayuda a madurar y a ser algo más responsable.
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